El alimento para el alma

Los males del pasado no podrán ser cancelados, pero sí resulta posible perdonar a quien nos hizo tanto daño, pedir perdón a quien ofendimos con mayor o menos conciencia, asumir una enfermedad o un luto como parte del camino de la vida.

Si, además, tenemos fe en Cristo, al contemplar su angustia en Getsemaní y al recordar su “derrota” en el Calvario, podremos unir nuestros dolores a los suyos para participar, ya desde ahora, en la victoria de la Pascua. Los cristianos tenemos esa certeza: el mal ha sido vencido por la bondad de Jesús, existe perdón para el pecado, la muerte ha perdido toda su fuerza, la vida ha sido revestida de belleza, el odio quedó destruido gracias a la victoria del amor.

Las heridas del pasado podrán dañarnos con sus efectos, pero pueden ser curadas gracias a la entrega total de Cristo en manos de su Padre, gracias a la alegría, indestructible y duradera, de una mañana en Jerusalén que llamamos Pascua.

<<Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado>> (Romanos 5, 5)